Ascender hasta llegar a la cumbre
aunque sea entre la densa niebla
que brota cada vez más tupida.
Esa es la paradoja del montañero.
No importa cuán grande sea su impedimento
porque el destino está marcado de antemano.
Hay que subir, llegar hasta la cúspide
para poder sentir la satisfacción
del deber cumplido.
Nos debemos a la montaña
y hacia ella vamos,
aunque dejemos de vez en cuando
parte de nuestra propia vida.
La vida sigue a pesar de los negros
augurios que el humo nos traslada.
Hoy nos hemos alejado, el norte
no ha sentido el rigor de los fuegos.
La cercana placidez de sus paisajes
nos ha reconfortado el ánimo,
nos ha identificado con la montaña.
Nos ha hecho ver con más claridad
la importancia de cuidar lo nuestro,
el entorno donde nuestra afición
está en constante riesgo de muerte.
Mantengamos nuestro hábitat verde
para seguir disfrutando como ayer.
FINALISTA
Hoy no voy a poner muchas palabras. Las fotografías ya ponen por mí los momentos más emblemáticos de una finalista alegre y bulliciosa.
En otros clubs se despiden hasta septiembre, para regresar después del verano y continuar las marchas montañeras. Pero nosotros volvemos a la carga el siguiente domingo, sin descanso, sin dejar la montaña entre los calores que nos esperan, sin dar un respiro al cuerpo porque el mejor respiro es continuar hasta que el cuerpo aguante.
Nos vemos el domingo.
UN DÍA EXTRAÑO
Subir, disfrutar de las vistas y del terreno donde pisamos, sentir en nuestro cuerpo la naturaleza, la vida a nuestro alrededor, es lo que nos gusta, lo que nos hace marchar por las veredas, caminos, y pisar a veces, por donde nadie ha pisado nunca, arrastrando a nuestro paso las ramas, arbustos y los pinchos que jalonan el terreno.
Pero no nos gusta nada, aunque es consustancial a la marcha, tener percances que lastren nuestro devenir dominguero. Y este domingo se han cebado con nosotros los percances. Pequeños, casi insignificantes, pero que nos incomodan para el recorrido.
Un día extraño en ese aspecto, que no enturbia los demás días que pasamos metidos en la vorágine de la maleza que la montaña nos da a veces.
Pasemos un tupido velo por este día y pesemos ya en el próximo, donde nuestros pasos vivirán de nuevo la aventura de no saber lo que la montaña nos depara hasta llegar, a una hora prudencial, al autobús que nos traerá de nuevo a la rutina diaria
Hoy me quedaré mudo, mientras vosotros rumiáis palabras para adornar el espacio que hay entre lo que reflejan las fotografías y lo que la mente ha retenido de la marcha de este domingo.
El espacio en blanco os está esperando.
hoy he visto de cerca tus caminos,
esos lindantes que apenas visito.
Hoy mis piernas han sentido el sendero
que la vista tantas veces registra.
Cuando el sol reinaba sobre la cuenca
y regía la sutil primavera
con sus pequeñas ráfagas de viento,
he posado mis pies sobre el contorno.
He alzado la vista hacia el horizonte
para comprobar sobre el terreno
que la cercanía, la proximidad,
no está reñida con la satisfacción
y el placer de apreciar en todo esplendor
lo que la vida nos regala a través
de la naturaleza y la montaña.
Hoy no se si nos hemos acercado,
o ha sido la propia montaña
la que se ha acercado a nosotros
Comienza mayo a templar las arterias
por donde paseamos nuestra vista
en busca de las nuevas sensaciones
que den sentido y ánimo a la vida.
El sol ha reinado en el firmamento
poniendo con su luz primaveral
la alegría vital para ascender
por los duros caminos empedrados.
La percepción gloriosa que se siente
al divisar las estribaciones
que circundan nuestras excursiones,
se merece un día azul y transparente.
Cuando mayo se asoma como hoy,
la marcha toma un renovado impulso;
nos trasporta entre nubes de alegría
hacia los parajes de la emoción.
Hacia una nueva dimensión
que traspasa los sentidos
del corazón y la razón.
NIEBLA
la densa niebla nos nubla el semblante
y los pasos pesan sobre la alfombra
de hierba verde que sienten los pies.
hoy nuestra vista tan solo visita
las cercanías que nos circundan
y al mirar en perspectiva se hace miope
y no alcanza a ver el horizonte.
hoy la densa niebla nos ha traído
los rostros cerca, al lado, pegados
a nuestra cara, tan próximos, tan juntos
que nos hemos sorprendido de conocernos
de sentir que además del vasto paisaje
también nosotros formamos parte
del inmenso mundo de la montaña
La Juventud de la vida se alza sobre las sombras que todavía quedan agazapadas del último invierno. Las diminutas flores van explotando, van saliendo a la luz primaveral mientras los insectos se alimentan de su sustancia.
Entre los insectos y las flores
inundados por la luz primaveral,
dirigimos nuestros tránsitos
en busca de las altas cumbres
desde donde posar la mirada
hacia el extenso y lejano panorama.
Un soplo de enardecida vitalidad
recorre nuestras inflamadas arterias
haciéndonos participes también
del entorno que nos rodea.
Somos pura vida en movimiento
indagando paso a paso hacia el más allá
Muy bonito reportaje Iosu. Las fotos del Pirineo nevado me gustan especialmente. Gracias
Me gusta mucho tú comentario, cada vez me gusta más disfrutar de los rincones bonitos que tienen nuestras montañas, miradores…
COMENTARIO QUE EXPLICA MUY BIEN EL MACIZO DE BERNERA, TAN CERCA Y TAN ESCONDIDO Y DISTINTO, HEMOS PASADO SIEMPRE CERCA…
Precioso, me quedo mudo. Cada vez me gustan más tus comentarios Solo queda aplaudir.
Mila esker Josu, Jose y tu sois nuestra memoria y aunque como dices siempre subimos a Aralar, el grupo cambia…