URZAINKI-PUNTA BARRENA-GARDE

Llegar y sentir el frescor del día en un promontorio con un nombre que no le pega nada. Punta Barrena. Miras disimuladamente para descubrir el entorno por si se te ha pasado algo. Por si la punta aparece por cualquier lado, pero es un espejismo.

Pero ya has llegado. Y contemplas extasiado todo el panorama. Esa luz trasparente te permite apreciar montes en la lejanía que ya has visitado o que todavía quedan el la recámara de tus sueños. En la punta de tus pies ávidos de subir y hollar cumbres.

Después de un pequeño refrigerio, marchar a por la siguiente cumbre. Otra punta que no despunta, que se oculta entre la vegetación. Otro pequeño promontorio, esta vez, sin dejar que disfrutemos de los alrededores, sin vistas que destacar.

So lo queda el regreso, bajar por caminos llenos de troncos retorcidos, caídos, desparramados por el suelo que nos obligan a ralentizar la marcha y a fijarnos no solo en el entorno, sino también en la flora, en los colores que adornan el trayecto, en las piedras que parecen querer dificultar la expedición. Es una maraña de sensaciones que recorre el cuerpo, que te pone en guardia y te aviva y espolea.

Solo queda salir y ver el final. El pueblo iluminado, entre el follaje y el bosque. La conclusión de cada salida, llegar y rememorar lo vivido con una sonrisa de satisfacción.

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