marzo 17, 2025

Muchas veces queremos llegar a una hora determinada para montarnos de nuevo en el autobús y recogernos en el hogar. Pero los imponderables en la montaña son muchos y variados. A pesar de las matemáticas, que suelen explicarte que a una determinada velocidad, con un trayecto concreto de kilómetros y un ascenso específico, la duración de la marcha será x, sobre el terreno, suele cambiar, no siempre se encuentran las mismas dificultades, no siempre el terreno está limpio esperando que pases, no siempre ocurren las mismas situaciones y por ello, no siempre se llega a la misma hora al mismo sitio.

A pesar de que este domingo el tiempo ha sido magnífico, la marcha en los primeros compases haya sido muy rápida y nuestra intención y determinación de llegar antes de las 13,30 haya sido constante, no lo hemos logrado. El terreno a veces nos ha jugado malas pasadas, y la prudencia siempre hay que llevarla presente. No hemos tenido excesivos momentos para deleitarnos con el paisaje, tan solo unas pocas fotos en momentos puntuales y a seguir rápidamente para llegar a destino. La maleza, el camino poco marcado en momentos concretos, nos han impedido conjugar nuestro movimiento con la necesidad de llegar a la hora convenida. Si a esto añadimos el largo camino de carretera para comenzar la ruta, se juntan todos los ingredientes para no terminar en tiempo y hora.

En esta excursión me quedan dos sensaciones de tristeza. Una no poder llegar a la hora y la segunda, que a pesar de intentarlo y quizás por ello, tampoco hemos podido disfrutar como se merece del primaveral día que este caduco invierno nos ha regalado.

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