LIZARA-LIOUVIELLA-2024-07-21

Una densa niebla nos ha llegado después de una semana de calor. La montaña es una aventura continua, una experiencia permanente que se descubre cualquier día y en cualquier momento.

Serenidad para subir por las rocosas sendas cubiertas de espesa niebla, serenidad para bajar y detenerse disfrutando de los momentos en que el viento barre y desdibuja la bruma, poniendo la nota de color sobre el terreno. Porque de nuevo golpeará la opacidad sobre el horizonte y el paisaje se perderá, se esfumará ante nuestros ojos.

Hay días que sentimos una avidez, una ambición desmedida por encontrar una rendija entre la neblina y sentir el paisaje, vivirlo con todo su esplendor. Esos días se echan de menos los otros, los que en la claridad del momento nos empeñamos más en llegar que en disfrutar de la plenitud de la naturaleza. Pero cada día tiene su encanto. También hay que disfrutar de estos días, de estos instantes cuando la niebla oculta las montañas, o te deja una rendija para cambiar totalmente el horizonte, o te permite mirar en derredor y sentirte el único habitante de la majestuosidad de la montaña.

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