
El color de la primavera se ha colado entre las nubes que ocasionalmente nos impedían ver el sol en su esplendor. Pero ya se huele, ya se saborea la primavera sobre los campos. y esa luz, que de vez en cuando permite ver más allá de nuestras narices. El mar, tan lejos de nuestra tierra, pero ayer casi a unos metros. A un vistazo. A unos milímetros del objetivo de la cámara.
Todo eso por las alturas. Donde la vista alcanza cotas casi imposibles.
Desde el bosque, los árboles todavía pelados, esperando pacientemente a que las condiciones climatológicas sean las propicias para reverdecer sus ramas, para darnos todo el verdor que son capaces. Algunas enredaderas ya visten sus hojas, ya verdean el panorama.
Y mientras avanzamos hacia el destino final, el rumor del agua nos acompaña en permanente cascada, cayendo suavemente sobre las piedras que jalonan su camino y de vez en cuando, con vigorosa fuerza, con ímpetu de juventud arrastrando en su periplo todo lo que encuentra a su paso.
Pero su sonido nos lleva, nos escolta por las veredas y nos va cautivando haciendo la ruta agradable a pesar de los metros de desnivel que vamos bajando.
Es difícil sentir a través de la palabra y la fotografía ese rumor sonoro del agua, pero si cierras los ojos y te concentras en la bajada conjunta con el agua, sentirás como recorren tus recuerdos y el sonido del torrente mientras revives el momento. La imaginación no es algo inventado. Es algo revivido en nuestra mente, algo que quedó en el olvido fruto de otras emociones vividas con más intensidad en el momento, pero que siempre están ahí esperando para salir, para volver a sentir en momentos oportunos. Que estas palabras y las fotos del día nos ayuden a ello, a revivir situaciones, sonidos, olores y vivencias que hemos dejado en la memoria para otros momentos.