Impregnados de otoño, con el color en ebullición, el paseo del domingo se convierte en un disfrute continuo. Perderse entre la hojarasca es encontrar el camino perpetuo, la senda del disfrute, la travesía hacia un mundo de ensueño.
Mirar en derredor mientras transitas por las coloridas veredas, te transporta hacia el destino sin sentir el frio, el calor o el sudor que exhalas cuando vagas por abruptas y pedregosas montañas.
Un rictus de placer va acompañando la marcha entre las penetrantes tonalidades que envuelven el itinerario, haciendo sumamente satisfactorio el lugar elegido para deambular una mañana de noviembre por las inmediaciones de la sierra de Leyre.
Como antigua compañera de montaña Amaya, mis condolencias a todos. Y aunque he trasladado mi pésame a Asun y a…