La lluvia golpea suave sobre los rostros. Equipados para el mal tiempo caminamos a paso acelerado, como si acelerar detuviera la escasa lluvia.
El día transcurre entre la niebla, la mansa lluvia y el empeño por subir, a pesar de lo resbaladizo del terreno.
Al filo del almuerzo, una leve angustia suena en los celulares. Las condiciones atmosféricas y los sistemas de posicionamiento modernos, han jugado una mala pasada a uno de los grupos que hemos formado al comenzar el camino.
Pero todo se ha quedado en nada. Unos silbidos, unos pitidos y el encuentro se ha producido en muy poco tiempo.
Desde ahí, sin apenas poder disfrutar del paisaje por la niebla, nos hemos dirigido en armonía hasta el final del recorrido.
Un día distinto, en el que la inquietud por subir, la hemos cambiado por la alegría de transitar en unión.
Como antigua compañera de montaña Amaya, mis condolencias a todos. Y aunque he trasladado mi pésame a Asun y a…