Hoy el mar ha inundado nuestros ojos con su atrayente agua. Las rocas y montañas que hemos recorrido son frontera entre los dos mundos. Entre el deseo de ser agua y la realidad de ser tierra.
Una luz penetrante refleja sobre el agua el color del cielo, y sobre la tierra, el verde se ha apoderado de la superficie.
Azul y verde salpicado de grises entre las rocas, hasta encontrar tonos rosáceos y un sinfín de matices si sostienes la mirada para encontrarlos, para sentirlos y vivirlos.
Un día todavía veraniego entre los inicios de un otoño que no sabemos que nos deparará.
Un día para recordar que fuimos a ver el flysch entre Deba y Zumaya pero la mar nos lo impidió, porque quiso acercarse tanto a nosotros que sus aguas cubrieron las rocas.
Un día para recordar que siempre que no se consigue lo que se pretende, se puede encontrar otras cosas que colmen de placer el tiempo empleado.
Como antigua compañera de montaña Amaya, mis condolencias a todos. Y aunque he trasladado mi pésame a Asun y a…