Pasear por ciertas zonas trae recuerdos que están perdidos en franjas recónditas del cerebro y te llevan a aquellos años y a aquellas situaciones parecidas a las que estás viviendo.
Pero tal vez sea un espejismo de la edad, una sensación traicionera fruto de la mente. Era yo el que años atrás pisaba estas sendas o quizás era otro, otro yo.
Lo que vamos haciendo en la vida impregna nuestro destino y lo nutre de experiencias para seguir adelante, pero el recuerdo es una visión del pasado engañosa. No somos nosotros los que anduvimos por esos parajes, sino el otro yo, el de antes, ese joven intrépido que ya no tiene nada que ver con lo que hoy somos. Solo con el poso que nos dejó.
Como antigua compañera de montaña Amaya, mis condolencias a todos. Y aunque he trasladado mi pésame a Asun y a…