
Apenas un trozo de tierra que el mar todavía no ha engullido, sirve de icono para toda una región, para los pueblos que se encuentran en su radio de influencia.
Un trozo de tierra que bien por su forma, por la construcción en su cúspide, o por otros motivos, nos atrae y nos subyuga.
Este pasado domingo, paseamos por sus acantilados, acercándonos al cabo cercano que todavía resuena en los oídos desde la infancia, cuando había que cantar como una canción los cabos de España. Machichaco en Vizcaya, ajo en Santander…
Un paseo lleno de pequeñas subidas y bajadas bajo un sol totalmente veraniego, que cumplió las previsiones que nos habíamos hecho antes de comenzar la marcha.
Algo totalmente distinto a lo acostumbrado en estas fechas, que retomaremos pasados los sanfermines.
Mientras, a redisfrutar con las fotos del día y a pensar que nos depararán los montes, con estos calores que estamos padeciendo.